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Ciudades inteligentes para un perfil del futuro.

Las principales ciudades del mundo comienzan a echar mano de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para afrontar los desafíos que plantean la escasez energética y la contaminación ambiental. Se trata de una necesidad de gestión urbana que genera nuevos negocios multimillonarios para los gigantes tecnológicos.

No es algo exclusivo de las grandes metrópolis del hemisferio norte. IBM, una de las multinacionales más grandes del mundo, trajo a Buenos Aires a uno de sus gurúes, Irving Wladawsky-Berger, quien explicó a funcionarios del Gobierno porteño cómo las TIC pueden aplicarse a tareas concretas como la recolección de residuos y la administración del tráfico de vehículos para evitar embotellamientos y bajar la polución ambiental.

Pese a que el profesor Irving Wladawsky-Berger trabaja en una empresa de tecnología, como IBM, tiene la certeza absoluta de que la evolución de las ciudades en lugares más «inteligentes» pasa más por un cambio de las personas que por la parte técnica.

La tecnología, sobre todo a través de las redes sociales y la Web 2.0, facilita que la comunidad participe y ayude al gobierno. La solidaridad es fundamental en este esquema, según explicó Wladawsky-Berger a Cooperativa.cl.

obre el fomento al reciclaje, el profesor Wladawsky-Berger sugiere darle beneficios tributarios a las compañías que construyan sus productos con materiales reutilizados. «Ese tipo de medidas hará que las compañías diseñen productos menos contaminantes», dijo.

En cuanto a los costos del procesamiento de la basura, el ejecutivo emérito de IBM propuso utilizar la tecnología de almacenamiento de datos remotos RFID para saber cuánto desperdicio generó cada ciudadano y cuánto debe pagar por su procesamiento.

«Los camiones recogedores pueden tener un RFID, que reconoce los desperdicios de cada uno y hace que los impuestos que pagan las personas sean proporcionales. Es una aplicación muy simple, pero que puede ayudar mucho a crear conciencia sobre el reciclaje», agregó.

-¿Cuánto falta para que las ciudades sean más «inteligentes»?
-La tecnología ya está disponible, pero va a llevar tiempo desarrollar las aplicaciones que son complejas. Estos son cambios culturales muy grandes, lo que requiere una mayor conciencia de comunidad y puede tardar una o dos generaciones.

Wladawsky-Berger, ex vicepresidente mundial de Innovación de la compañía y considerado como el padre del E-Business, explicó en una conferencia de prensa cómo se construye una ciudad inteligente.

Los cimientos de estos centros urbanos que tienen las TIC en medio de su gestión son los millones de sensores automáticos que registran todo tipo de datos.

Para 2001, el mundo tendrá una cantidad 10 veces superior a la existente en 2006 de equipos conectados a Internet, y llegará a la cifra de 10 trillones de dispositivos.

n estrenada agenda global llamada Smarter Planet. En él se analizaron las distintas propuestas para hacer realidad el sueño de lo que se ha denominado «ciudades inteligentes», y que apuntan, entre otros, a un objetivo claro: ofrecer mejor calidad de vida a los habitantes en cualquier sitio del planeta, con tecnologías que son universales. Por ejemplo, un transporte eficiente en Bogotá -que funciona como un metro en superficie, con paraderos cerrados- puede operar igualmente bien en Dublín o Seúl. Hay que definir las prioridades de cada ciudad y reorganizar la manera y el momento en que se distribuyen los recursos y se realizan las inversiones. Si Santiago, otro ejemplo, crece de manera descomunal, la aparición de nuevas casas en los suburbios necesita lo antes posible de un transporte que cubra esa emergente realidad.

Cómo se consigue todo esto. Repensando las tecnologías, procesos, medidas, estrategias, en fin, todas las herramientas con que el mundo desarrollado cuenta para ponerlas al servicio de una vida sustentable. No hay que inventar nada nuevo. Las ideas existen y son aplicables en cualquier parte, independiente de las diferencias culturales. Sam Palmisano, el presidente de IBM, lo resume de esta forma: «El mundo está instrumentado -existen mil millones de transistores por ser humano, cuatro mil millones de usuarios de teléfonos celulares-; está interconectado -pronto habrá 2 mil millones de personas en internet-; y está siendo cada vez más inteligente, gracias a modelos computacionales que son capaces de convertir gran cantidad de información en más inteligencia. Ésta debe traducirse en acción. Que nuestros sistemas, procesos e infraestructuras sean más eficientes y productivos».

Lo podemos lograr

¿Se imagina vivir en una ciudad donde los microbuses funcionan como reloj suizo, los niveles de delincuencia son casi igual a cero, las calles están despejadas, el aire es limpio, la red de salud conecta hospitales con universidades, consultas de médicos, consultorios y servicios de emergencia, los programas de educación son de primer nivel y para todos, puede caminar sin temor en las noches por cualquier barrio, los servicios básicos como agua, luz y gas están garantizados, a un costo razonable y sin dañar el planeta? ¿Se imagina? Bueno. Se puede. Pregunte qué hicieron los holandeses para estar cerrando cárceles por falta de reclusos; o qué hicieron las autoridades de Singapur, Brisbane, Estocolmo y Bogotá para reducir la congestión y la polución con las mejoras en el transporte. O las de Nueva York, donde ahora es posible no sólo atacar el crimen sino prevenirlo, sólo a través de un flujo eficiente de información pública. O qué hicieron en Miami, donde se implementó un sistema de manejo de datos que ayuda vía remota a profesores, estudiantes y padres a mejorar sus niveles académicos. O cómo fue que se diseñó la ciudad árabe de Masdar, en Abu Dhabi, con cero emisión de carbono, algo parecido a lo que se hizo en Suecia con la ciudad Hammarby Sjötad, al sur de Estocolmo, donde el agua de lluvia abastece la red de WC y la basura se recicla para temperar las casas.

El día del encuentro en Berlín se decía que las ciudades son un «sistema de sistemas». Como técnico, el cubano norteamericano Irving Wladawsky-Berger comparte esa visión. Es ejecutivo emérito de IBM, experto en nuevas tecnologías y académico del prestigioso MIT. «Lo que hace que las ciudades sean tan complejas es la cantidad de sistemas diferentes que se reúnen en ellas. Estoy pensando en tres grandes temas: por una parte, la infraestructura y la riqueza. Es importantísimo tener un clima económico dinámico que fomente los negocios, porque a su vez éstos generan empleos para la gente. Sin trabajo no hay riqueza y sin ella no tenemos ni infraestructura ni nada. El tercer factor y la riqueza principal de las ciudades es el capital humano. Si no se optimiza la ciudad para atraer gente y que ésta tenga la mejor calidad de vida posible en todos los ámbitos -desde el entretenimiento y la salubridad hasta la seguridad pública- ningún esfuerzo vale la pena».

Cuestión de planificación

A quién se apuntan los dardos entonces. El liderazgo en la planificación -sí, eso que en Santiago no existe-, debe venir del Estado, «desde el presidente para abajo», según precisa Wladawsky-Berger. Pero, atención, «sin colores políticos», según Palmisano. Porque todas estas medidas requieren tiempo y trascienden los años de un gobierno. A la cabeza de las decisiones concretas, a nivel de intendencias, por ejemplo, el ideal es contar con especialistas tipo Leonardo da Vinci. Como éstos escasean, «deben ser personas con conocimiento técnico, pero también muy buen dominio de ciencias sociales, de sentido humano y apreciación de los mercados abiertos. Si no, al menos contar con grupos, comunidades en que haya expertos en varias áreas. Si esto sólo lo hacen los ingenieros, puede haber carreteras muy buenas, pero por las que a nadie le guste andar porque no van para ninguna parte. Por otro lado, si no se comprende nada de tecnología, tampoco se entenderán los problemas técnicos que se presenten», detalla el académico. Sin olvidar, por último, a los principales protagonistas de esta historia: los ciudadanos, quienes deben empujar a los dirigentes a que cooperen y hagan lo que tienen que hacer. «Muchas de las innovaciones más grandes vendrán de las comunidades mismas, en vez de que sean sólo los políticos y las élites quienes hagan las cosas. Especialmente con todas las plataformas de internet que tenemos ahora. Un gobierno que involucre a la población es de vital importancia».

En Chicago se instalaron comandos de control para responder rápido a emergencias y proteger mejor a los ciudadanos.

Telaraña tecnológica
¿Cuáles son esos dispositivos y servicios que conforman esta telaraña? La lista es larga:

– Etiquetas de identificación de productos por radiofrecuencia (RFID, sigla en inglés).
– La TV digital.
– Los reproductores MP3.
– Las cámaras digitales.
– Los teléfonos móviles con cámaras.
– La voz por Internet (VoIP).
– Las imágenes médicas.
– Las laptops.
– Los sistemas métricos inteligentes.
– Los juegos multiusuario.
– Las imágenes satelitales.
– Los sistemas de posicionamiento global (GPS).
– Los cajeros automáticos.
– Los escáneres.
– Los sensores de telemetría y meteorológicos.
– La radio digital.
– Los sistemas informáticos persona a persona (peer-to-peer).
– El correo electrónico.
– La mensajería instantánea.
– La videoconferencia.
– Los sistemas de seguridad.

El académico comentó que hoy en el mundo existe en promedio casi mil millones de transistores por cada persona, gracias a la proliferación de los chips.

Además, se estima que hay 4 mil millones de usuarios de teléfonos celulares y se espera que antes de 2010 haya 2 mil millones de personas accediendo a Internet.

«Esto convierte a nuestro mundo en uno más plano, más veloz, más conectado y más inteligente. Esto es la base para convertir nuestros procesos en más eficientes, siempre y cuando podamos ocupar esta base tecnológica para crear más inteligencia que se traduzca en más beneficios”, resaltó.

Esta red de equipos permite construir un esquema donde convergen el mundo físico y el digital, proveyendo información en tiempo real para su análisis.

Algunas de las áreas donde se refleja el concepto de ciudades digitales son las siguientes, según enumeró Wladawsky-Berger:

– Educación
– Transporte público
– Servicios sociales
– Energía
– Salud
– Comunicaciones
– Cadenas de comercialización
– Automóviles
– Finanzas
– Manufactura
– Alimentación
– Servicios postales
– Medios
– Defensa y seguridad

Esta “infraestructura inteligente” permite crear sistemas de gestión más eficientes sobre el transporte de pasajeros, la distribución de la energía y de alimentos.

Aquí las herramientas son sensores de bajo costo y programas que analizan y pronostican la evolución de diversos escenarios, montados sobre potentes computadoras.

Puente inteligente
Un ejemplo concreto de aplicaciones de mantenimiento urbano es el siguiente: El 1 de agosto la ciudad estadounidense de Miniápolis vivió una tragedia con la caída de uno de sus principales puente en plena hora pico del tránsito vehicular, con casi una decena de muertos y un centenar de heridos. No se trató de un atentado terrorista sino de problemas estructurales. El puente, que fue construido en 1967, estaba lleno de automóviles con personas que regresaban a sus casas luego del trabajo.

Cuando se reconstruyó el puente, fue recubierto con una pintura llena de sensores diminutos desarrollados por la nanotecnología que reportan en tiempo real el estado de la obra y advertir sobre posibles grietas.

Estos sensores inalámbricos recogen y transmiten información de la estructura del puente. Pero también se pueden aplicar en otros escenarios como autopistas, envases de alimentos, líneas eléctricas y tuberías de agua. Y los programas interpretan este gigantesco flujo de información. De esta manera, las computadoras se convierten en instrumentos de control inteligentes del mundo físico.

Tránsito controlado
Por supuesto, esto abre nuevos negocios para gigantes como IBM que acuerda con gobiernos y empresas programas de “redes inteligentes”. Para ellas utiliza sensores y software.

Por ejemplo, en Noruega, este gigante tecnológico lleva adelante un proyecto con el mayor proveedor de alimentos de ese país escandinavo que usa etiquetas de RFID, vinculadas con un programa que sigue por Internet los artículos con esos chips de identificación para mejorar los envíos del productor a las estanterías de los supermercados.

El mayor caso de éxito de IBM en ciudades inteligentes, mencionado por Wladawsky-Berger, es el de Estocolmo. En 2006, la capital sueca intentó, como en otras ciudades del mundo, con la prueba de un impuesto para desalentar el ingreso de automóviles al centro urbano en horas pico.

Sin embargo, en este caso le dio una vuelta de tuerca tecnológica: Los vehículos eran vigilados con tarjetas RFID y cámaras de video vigilancia que fotografiaban las matrículas. Los choferes debían pagar en un plazo de dos semanas o recibían una multa. Para facilitar el pago, IBM vinculó los datos de los conductores con 400 tiendas de la ciudad.

En pocas semanas, el tráfico se redujo un 20%, las emisiones de dióxido de carbono cayeron un 12%, y el sistema de transporte público de la ciudad tuvo 40.000 pasajeros diarios más.

– El vehículo es captado por un rayo láser, que activa la antena receptor (1).
– Esta antena interactúa con el chip RFID que está a bordo del vehículo, y registra la hora, fecha y el monto del impuesto (2).
– Al mismo tiempo, una cámara saca fotografías de la matrícula delantera del vehículo (3).
– El mismo rayo láser activa una segunda cámara (4).
– Esta segunda cámara fotografía la placa de la matrícula trasera (5).
– El pago se debita de la cuenta bancaria asignada al vehículo o se puede pagar a través de Internet, en un banco o en una tienda (6).

“Buscamos crear una mejor calidad de vida, dentro de un entorno sustentable y respetuoso del planeta, usando tecnologías universales, no importando el lugar donde un habitante se encuentre. Se trata de darle una infusión de inteligencia al mundo”, concluyó Wladawsky-Berger.

Fuente: digitalnotice.com

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